Francisco Delgado-Iribarren Cruz es el autor, entre otros libros, de El cazador de haikus.
P.- ¿Por qué “El cazador de haikus”? ¿Te sientes como poeta un cazador de poemas?
R.- “La noche es tensa. / El cazador de haikus / afila el alma”. El título del poemario es el verso de 7 sílabas, el central, de este haiku, el número 20. Enseguida supe que “El cazador de haikus” sería el título. Me parece una imagen muy potente y que se presta a muchas consideraciones.
En primer lugar, el título se refiere al yo, al poeta, cuando en los haikus clásicos japoneses generalmente se evitaba la primera persona. Otra contradicción, al menos aparente (las contradicciones son muy potentes en poesía, como escuché a Luis Alberto de Cuenca), se da entre los propios términos “cazador” y “haikus”: “cazador” tiene connotaciones agresivas, violentas, mientras que los “haikus” sugieren quietud y paz.
Cuando escribo un determinado tipo de poema en serie, como las sátiras de Artes Marciales, los sonetos de Este juego es infinito, los epigramas de Cien epigramas del confinamiento, o estos haikus, me siento como un cazador de poemas, porque estoy al acecho, insaciable hasta que lo termino. Los poetas y los cazadores compartimos virtudes en el ejercicio de nuestra actividad: el silencio, la concentración, la atención, la paciencia, la observación… Pero hay diferencias, por supuesto: el poeta es un cazador espiritual, por eso afila el alma, y no el arma, o carga el alma, y no el arma… Me gustó ese juego de palabras. El alma es el patrimonio del poeta.
P.- El haiku es una forma métrica que tiene su origen en Asia. ¿Por qué el haiku?
R.- Durante mucho tiempo el haiku no me atrajo como forma métrica… Me parecía algo así como una excusa para vagos. La verdad es que no lo entendía, porque no me había ocupado en conocerlo. No sentía que fuera una forma expresiva que yo necesitara. En las tertulias de Versos Pintados del Café Gijón me fui familiarizando con el haiku: algunos poetas de allí los componen y, además, el poeta Evaristo Cadenas nos lee algunos de los grandes clásicos japoneses y nos explica lo que es un haiku. Lo hace con tal devoción y emoción, que yo creo que a partir de ahí me empecé a interesar más. Ahora sé que los haikus son poemas con una estética muy bella, y que nos permiten expresar lo que otras formas poéticas no nos permiten. La primera vez que me recuerdo escribiendo haikus fue precisamente en Asia, en una terraza con vistas a la estupa de Buda, en Katmandú (Nepal). Me sentí orgulloso de este: “Templo de Buda. / Las palomas se posan / sobre la cúpula”.
P.- ¿Prefieres lo concreto a un poema extenso?
R.- Generalmente, sí. Los poemas más largos que he cultivado son romances, que se prestan a ello. Pero es verdad que soy más proclive a las formas limitadas en la extensión, como son los sonetos, los epigramas y los haikus. Honestamente, me siento más seguro en formas breves: cuanto más largo es un poema, más fácil veo meter la pata, o bajar la calidad poética. Eso no significa que las formas breves las pueda hacer cualquiera, también se puede hacer el ridículo con ellas. Hay sonetos y haikus desastrosos, y gente que llama sonetos y haikus a lo que no son sonetos y haikus.
P.- La métrica es una constante a lo largo de toda tu obra. ¿Por qué usas la métrica? ¿Has pensado en deshacerte de ella para escribir libremente?
R.- Yo creo que con esto pasa como con la vida en general: con normas, crecemos y nos desarrollamos; sin normas, nos perdemos. Sin normas no hay verdadera libertad, porque no se dan las condiciones para ejercerla. Apenas alguna vez he intentado el verso libre, y me he perdido: llegado a un punto no sé por dónde seguir, esa ausencia de normas me abruma, no me tomo en serio lo que estoy escribiendo.
Como explica el poeta David Coll, que es un firme defensor de la métrica, esta no es un capricho, sino que está ahí para ayudar al poeta a expresarse con armonía. Es como un cauce formado a lo largo de muchos siglos por el río del idioma y de su expresión poética. A los grandes clásicos de la Literatura española, desde Cervantes, Quevedo y Lope de Vega (y los anteriores), hasta García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Machado (y los posteriores), los podemos reconocer en la métrica. Solo por eso, nadie debería despreciar la métrica a la ligera, alegre e impunemente.
P.-El cazador de haikus tiene un prólogo de Luis Alberto de Cuenca. ¿Conoces a Luis Alberto de Cuenca?
R.- Don Luis Alberto de Cuenca me ha escrito un prólogo muy amable, muy simpático y muy divertido, como es él. Como poeta le he empezado a leer en profundidad hace relativamente poco, y estoy fascinado con su poesía, con su cultura, con su sentido del humor, con su originalidad, con su facilidad para abordar temas cotidianos y, en realidad, todo tipo de temas.
Leer sus Haikus completos, muchos de los cuales son asonantados, y muchos de los cuales abordan temas distintos a los de los clásicos japoneses, me animó mucho para mi libro. Saber que primeros espadas como Borges y Luis Alberto de Cuenca han cultivado el “haiku occidentalizado”, me llena de paz, alegría y alivio.
No es ningún secreto, porque consta en dicho prólogo, que le llegó mi manuscrito gracias a la amable intermediación de nuestro común amigo David Coll. Después de intercambiarnos mensajes, he tenido la oportunidad de conocer a Luis Alberto en persona, precisamente en la presentación de la segunda edición de sus Haikus completos, el 7 de abril de 2022. Allí nos dedicamos varios de nuestros libros. Solo tengo para él palabras de admiración, respeto y agradecimiento.
P.- ¿Hay una segunda parte de El cazador de haikus?
R.- Sí, mi producción de haikus ha superado las 200 unidades y ya está cerca de las 300. Enseguida vi que este libro iba a tener un hermano, y que además tendría un nombre muy parecido: “El pescador de haikus”. Mi duda era si este sería un hermano mellizo o un hermano menor. Finalmente tendrá que ser un hermano menor, dado que no han nacido a la vez. “El pescador de haikus” ya está concebido y, si todo va bien, espero que sea dado a luz pronto, sin mucha diferencia de edad con su hermano mayor, que le está esperando.