La poesía muchas veces se construye con irrealidades en nuestro haber, o, en ocasiones, se construye meramente con el préstamo de conceptos y hechos ajenos, o, desde lo que Jung llamaba “el inconsciente colectivo”
P.-Guirnaldas de versos y otros sucesos es tu primer libro de poesía. ¿Por qué ese título?
R.- La expresión “guirnaldas de versos” proviene de mi disposición, deseo e intento por expresar de forma simpática y colorida lo que siento en estado de enamoramiento. Creo que nos sucede a todos; cuando algo tan grato y hermoso nos inunda, aflora una suerte de imaginación en nosotros cargada de positivismo. Parece que a uno se le ensanchara algo dentro donde se empezara a producir un festejo lleno de coloridos fuegos artificiales y se cultivaran de forma espontánea exóticas plantas, animadas a reproducirse y salir por los poros en forma de bonitos hechos y palabras.
Los “sucesos” son esa otra parte que no es tan colorida, es, válgame la redundancia, una crónica de sucesos. Esos otros acontecimientos que te llevan a otro lugar distinto desde el que se contemplan otra suerte de menesteres o el otro lado de la luna que antes veías brillar. Un lugar desde el que, sin llegar a dejar mustias las flores que llevamos dentro, producen cuanto menos una parada en su crecimiento para dejar lugar a la expresión de preocupaciones, decepciones, reflexiones que tienen que ver con otra puesta en escena, a saber, la de la sombra que potencialmente tenemos dentro. Y, a veces sí, a veces alguna de las flores que llevamos dentro se pone mustia y comienza el duelo, en el que a veces es inevitable, e incluso necesario, sacar los escombros fuera, con todo lo que esto conlleva.
P.-¿Desde cuándo llevas escribiendo poesía? ¿Cuánto tiempo te ha llevado escribir Guirnaldas de Versos?
Bueno, aquí está curioso el tema, la poesía ha ido y venido a lo largo de mi vida sin nunca abandonarme, ni yo a ella, del todo. Mi primer poema lo escribí con 13 años, cuando el primer revuelo hormonal empezó a suscitar en mí nuevas emociones a las que necesitaba dar salida. Nunca he sido una gran oradora, así es que, cuando sentía cosas que no sabía muy bien cómo expresar ante otras personas, lo hacía sobre el papel y de esa forma aprendí a dar salida a cierta convulsión que a mi aparato fonético le sabía tan fuerte y potente que no se atrevía a pronunciar, o para la que no encontraba palabras debido, precisamente, a esa carga emocional que arrastraban. Parecía que cuando esas emociones se acercaban a las cuerdas vocales, tenían tal vibración, que me quebraría si las pronunciaba.
No fue hasta los 19 años que empecé a guardar mis poemas, fue un amigo, al que di a leer algunos, quien me dijo “esto tienes que guardarlo bien, algún día lo publicarás” y le hice caso. Tengo mucho que agradecer a varias personas que siempre han estado pendientes de no dejarme olvidar que escribir poesía forma parte de mí.
Nubes bajas, Laberinto, Cálidas sendas, Abuelo, y muchos más forman parte del registro de aquélla época. Por eso no puedo decir cuánto tiempo me ha llevado escribir Guirnaldas y sucesos, ahí hay florituras y fornituras de distintas épocas de mi vida, hay una parte del libro que pertenece diríamos al período de mis 19 a 23 años, otra parte a los dos últimos años de mi vida y está salpimentado con algunos poemas de la época intermedia entre esos lapsos de tiempo.
P.-En tu poema Poetas dices: “corredores de fondo / de la palabra; / con un par de versos / la verdad abraza, / o un recuerdo, / una inconfundible nostalgia, / un deseo, un gesto, / una caricia, una falacia.” ¿Cuáles son tus poetas favoritos?
R.- Esa sí que es una pregunta difícil. Creo que cada autor cumple un cometido diferente a lo largo o en determinados momentos de la misma. Bécquer, por ejemplo, fue para mí el autor que colmó mi necesidad de dar palabras a los sentimientos que fluían en mis primeros enamoramientos; sin embargo, el Siglo de Oro vino a provocar mi asombro y fascinación por su grandeza. Decir que quedé “boquiabierta” al leer dichos autores es decir poca cosa de lo que me hicieron y hacen aún sentir tales lecturas. Luego hay autores contemporáneos, como Benedetti que siempre es bueno leer para que te salga decir “qué bonito, qué bonito”; o leer a Galeano, que es leer a alguien que sabía dar a problemas sociales actuales la cadencia merecida. Cuando quiero sobrepasar un miedo, tiro de los versos de Espronceda que aprendí en la escuela, ya sabes, “¿Qué es la vida? por pérdida ya la di…” y así sonrío y digo “¿quién dijo miedo?” Y, bueno, ya paro, porque podría estar aquí hablando largo y tendido de lo maravilloso de la experiencia poética en todos sus niveles; como experiencia estética, como ayuda a la expresión y a la reflexión, etc.
P.-Muchos de tus poemas invitan a reflexionar al lector sobre la sociedad, el amor, el paso del tiempo, la muerte. ¿Es la poesía aparte de una manera de hacer arte, un medio de comunicación por el que trasmitir nuestras inquietudes?
R.- Por supuesto. Es un medio de comunicar no sólo lo que se siente, sino también, al menos para mí, un ejercicio de imaginación y fantasía, en el que si te atreves y lo haces, al dejarte llevar por un estímulo real inicial, empiezas a recorrer toda una suerte de asociaciones que ni siquiera sabías que, de hecho, hacías al tener dichos temas en mente. A veces, esas asociaciones no son ni siquiera propias. Así, aprovecho el material de conocimiento que de otros obtengo, intento recorrer caminos que no son míos, caminos que he visto recorrer a otros en determinadas situaciones, intento meterme en esa piel y recorro los parajes que esa persona me contó haber transitado. Podría decirse que robo sus vidas. ¡Qué poca vergüenza la mía!, ¿no? Bueno, espero que no piensen así. En realidad, se trata de un juego empático de recuerdo e intento de comprensión del otro. Por eso puedo decir que mi poesía soy yo, pero no sólo yo, también es ponerle mi voz a lo que los demás me ceden y conceden, y espero no olvidarme nunca de estarles eternamente agradecida por esos gestos de generosidad que tengo el placer de vivir. Gracias. Aprovecho para decir que “Laberinto”, que es un poema que perturba mucho a quien lo lee, lo escribí al salir de la primera clase de psicología en la que se nos explicó el Psicoanálisis. Como veis, la poesía muchas veces se construye con irrealidades en nuestro haber, o, en ocasiones, se construye meramente con el préstamo de conceptos y hechos ajenos, o, desde lo que Jung llamaba “el inconsciente colectivo”. Parte de esto se lo debo al teatro. En el aprendizaje de su desarrollo, me enseñaron que hasta el simple tropiezo de una paloma, puede convertirse en experiencia estética.
P.-El amor en la poesía es un tema muy difícil de tratar, en tu Guirnaldas de versos y otros sucesos aparece de manera indirecta a modo a veces de diálogo con el ser amado. ¿Es el amor el motor fundamental de la poesía? ¿Cómo entiendes el amor? ¿Los poetas expresan en la poesía lo que, quizás, no se atreven a decir al “ser amado”?
R.- El amor es motor fundamental de vida, no diré de la vida, pero sí de vida, Creo que es un motor que insufla energía a la persona que lo siente; energía para llevar a cabo en la vida toda suerte de expectativas; energía para las luchas que éstas conllevan; y no me refiero a propósitos competitivos, me refiero a la capacidad de adentrarte en cualquier campo de la vida con más energía. Es un sentimiento maravilloso para el que nunca nos cansamos de buscar palabras que lo expresen, porque tiene la capacidad de llenarlo todo, de hacerte ver un acantilado como algo más que un corte escarpado de la tierra. Esa es su magia.
Respondiendo a la última pregunta, sí, a veces los poemas quedan guardados en el cajón, sin ser entregados al ser amado, por distintas y temerosas causas, a veces porque, no me cansaré de decirlo hay mucha imaginación y fantasía, es decir, que no sólo está la verdad y nada más que la verdad: también está el mundo de lo posible.
Otras veces, se entregan como el regalito más bonito que se te ocurre entregarle, como cierta artesanía hecha con tus propias manos que has conseguido llevar a cabo para decirle que le quieres, y lo entregas con tal alegría e ilusión, que parece acabaras de conseguir hacer tu primera manualidad del día de la madre o el padre en el cole, te recorre tal emoción que parece como si acabaras de aprender a andar. Esa sensación no tiene precio, sobre todo cuando ves la sonrisa del otro al leerlo… no tiene precio.
P.-¿Habrá una continuidad de Guirnaldas de versos y otros sucesos en un segundo libro de poesía?
R.- Creo que es algo inevitable, sigo escribiendo y sigo reconociendo la misma manera de hacerlo que predomina en Guirnaldas y sucesos, una manera que tiene que ver con el lugar desde el que me sitúo al dar forma y palabra a mis sentimientos. La mayoría de las veces tiene que ver con contar algo a alguien de forma bonita. A veces siento que estoy rodeando de florecillas una bomba de relojería, pero tengo que hacerlo, es mi bomba de relojería ante un otro, y he de hacerlo. Sabiendo que es una bomba de relojería, no quiero asustar al otro y así, para que vea que no es peligroso, muestro que mis bombas pueden transformarse en jarrones llenos de rosas cubiertos de confeti, pero también pueden reventar baldosas. El secreto está en saber quitar el seguro que pone esas bombas en funcionamiento. Rodearlas de flores es mi manera de decir “trata esto con cuidado, es peligroso, porque es delicado, te estoy mostrando la manera de hacerlo, ¿no ves las flores alrededor? Es por eso”. En eso consisten mis poemas de amor. Relatan de forma versada qué ocurrió cada vez que deposité mi bomba de relojería en manos ajenas. Aunque esto último tampoco es cierto del todo, como ya he dicho: cada vez que escribo me subo también a lomos de la fantasía, y pongo en acto mediante palabras todo aquello que quedó como simple potencia. En el próximo libro habrá Guirnaldas y habrá sucesos, por supuesto, bajo otro nombre, pero los habrá.