P.- Piel y salitre, es el título de tu libro, ¿Por qué ese título?
R.- La mayoría de las poesías de este libro estaban escritas antes de este último verano, pero realmente este libro se fraguó y se construyó a partir de Julio de 2016. Hasta entonces tuvo varios títulos, pero ninguno terminaba de convencerme. Este verano bajaba todas las mañanas a la playa y caminaba y pensaba mucho y escribía mucho, sobre todo escribía… y cuanto más reflexionaba y más escribía más segura estaba que se estaban tejiendo redes, mis redes, mi pasado, mi presente y mi futuro, y sobre todo algo que se estaba curando después de muchos años de sangrar, y algo que me estaba reconciliando conmigo misma… posiblemente es que estoy poco acostumbrada a vivir sin prisa, poco acostumbrada a no buscar mis propias huidas, pero sobre todo supongo que estoy poco acostumbrada a que haya mares en calma.
Y dicen que el mar todo lo cura, y que la cura para todo está en en el agua salada: lágrimas, sudor y mar. Y empecé a pensar que igual ahí estaba la clave. Empecé a pensar en quienes me han acompañado, quienes han puesto su piel con mi piel y quienes han besado naufragios y cicatrices y, sobre todo, quienes han estado siempre para curarlos. Y de repente entendí que todo lo escrito hasta entonces tenía dos cosas en común: el mar y la piel. Todo hablaba de mi familia, de quienes genéticamente habían puesto su piel en mi piel: mis abuelas, sobre todo ellas, mi madre, cuando digo todo es poco y nunca será suficiente, pero también todas esas personas maravillosas que he ido encontrando a lo largo de mi vida y que han apostado a seguir conmigo a pesar de todos los miedos, a pesar de todas las tormentas.
Y según seguían pasando las tardes fui comprendiendo que sin darme cuenta volvía a ser feliz, y era en parte por culpa del mar, pero en parte también se debía a con quien lo estaba compartiendo. Así que una tarde mientras esperaba que el calor bajara un poco para volver a la playa me puse a escribir pensamientos inconexos acerca de todo esto que me rondaba la cabeza, y en una libreta apunté: arena, brisa, besos, versos y salitre. Y compartí esa imagen en las redes sociales. Pocos minutos después me escribe un queridísimo amigo, y hace alusión a una broma recurrente que tenemos en la que dejamos el mundo del Derecho —al que nos dedicamos profesionalmente— y abrimos un bar que se llame: “Copas y besos” y en que garantizamos la barra libre de las primeras y, como los besos hay que ganárselos, al menos aseguramos que en nuestro local nunca falten los versos. Y con aquella instantánea él me dice: «oye mejor que copas y besos casi para nuestro bar me gusta «Piel y Salitre», y le dije «para nuestro bar no sé, pero acabas de darle nombre al poemario». Y todo encajo: todo era piel y salitre.
Esa misma tarde escribí los cuadernos de bitácora que dividen el libro. Empezando el viaje en Troya, porque no sé la razón pero yo siempre pensé que Odiseo no tenía demasiadas ganas de volver a casa y que Penélope estaba bien sin él. A mí me interesaba más la historia de los Troyanos: Héctor y Andrómaca lo hubieran hecho de otra manera. Y no solo ellos… ¿Por qué nunca nos acordamos de aquellas mujeres que también perdieron la guerra? ¿Qué fue de las derrotadas de la derrota? La Historia no las nombra pero ellas nunca perdieron su dignidad. Y yo quiero creer que somos, que soy, su heredera, porque lo que nos define en la vida es la posición que tomamos respecto de la Historia y de nuestro propio viaje. También por eso este libro termina con un poema homónimo a su título que escribí esa misma tarde en que le puse nombre, y que cuenta que aquel viaje que empezó en Grecia ha llegado hasta estas tardes de sol en el que el mar tiene su nombre y su sonrisa.
P.- La primavera aparece en algunos de tus poemas y tienes uno que se titula Primavera, ¿qué tiene de especial esa época del año para la poesía?
- Todas las estaciones del año tienen algo de poético, pero supongo que la primavera es una nueva oportunidad que nos da la vida cada año para renacer, después de el largo y silencioso invierno. En el norte, donde yo vivo, también es el momento para volver al mar, volver a sentirlo, después de haber estado viendo durante meses las marejadas y las tormentas desde el puerto.
P.- En tu poesía aparecen muchas referencias literarias, Moby Dick, Dorian Gray, Walt Whitman, etc. ¿Te inspira la lectura para escribir tus poemas?
R.- Sí. También la música. Estoy segura que es verdad eso que dicen de: “somos los libros que hemos leído, las personas que hemos amado y los sitios que hemos vivido”. Mi poesía no deja de ser una reflexión o un diálogo interno conmigo misma. Y este está indudablemente marcado por lo que leo, oigo y siento.
P.- Encontramos en tus poemas temas de ámbito social, reflexiones sobre el ser humano, sobre la vida. ¿Es importante el mensaje para la poesía?
R.- No me atrevería a decir que el mensaje es importante para la poesía. No lo sé. Para la mía sí, en la medida en que la poesía para mí es un reflejo de la vida. Y yo no puedo entender la vida sin libertad, sin compromiso y sin honestidad. Tenemos una deuda con nuestros ancestros que han luchado, vivido y muerto por nuestro bienestar, pero sobre todo tenemos una obligación con las generaciones futuras, a ellas les debemos un mundo más bello, más igual, y más justo. Mi maestro dice que mis escritos son “amor militante”. Yo creo que son las dos caras de una misma moneda. No debería existir el amor si no es militante, ni el compromiso —sea o no revolucionario— sin el amor. Si no crees por lo que vives, luchas, escribes y sientes. Entonces ¿para qué?
P.- Tu poemario está dividido en secciones que se titulan Cuaderno de bitácora y cinco días para diferenciar unas de otras. ¿Por qué has dividido así el poemario?
R.- Las secciones surgieron tras ponerle el título al poemario. Está dividido así porque comprendí que “Piel y Salitre” era la historia que narraba el viaje de mi vida. Un viaje que sin lugar a dudas está profundamente unido al mar. Un viaje marino, al fin y al cabo. Y como todo viaje marino necesita que el Capitán haga un seguimiento de cada día y cada noche que se está en travesía, por si hay que analizar los restos del naufragio, o por si hay que compartirlo en el caso de que se llegue a buen puerto.
P.- ¿Qué diferencias hay entre Piel y salitre y tu anterior obra Raíces Urbanas? ¿Hay una evolución en tu poesía?
R.- “Raíces Urbanas” posiblemente sea un libro más sincero y más ingenuo. Está escrito a lo largo de muchos años, sin ninguna expectativa de ser publicado o compartido. Es un libro más pegado a la niñez, al dolor de dejar la infancia atrás. “Piel y Salitre” posiblemente esté más reflexionado, más meditado. Ha sido el resultado de muchas horas de trabajo personal, un esfuerzo por conocerme mejor a mi misma. Este libro quiso ser el reflejo de que hay huidas que terminan en vida. Y que a veces, es necesario, plantar cara a los miedos y seguir creyendo aún en mitad de la tormenta.
P.- ¿Estás trabajando ya en tu siguiente trabajo? ¿Qué planes tienes para el futuro?
R.- Sí, escribir es un proceso continuo para mí. Nunca lo dejo, no podría, no sabría. Pero eso no quiere decir que tenga en mente planes de futuro a este respecto. Sin embargo, en los últimos meses he escrito mucho, y el siguiente proyecto ya está perfilado y muy avanzado.