DIOS TENÍA LA MISMA CONSISTENCIA QUE EL PATO DONALD
Alejandro Pérez-Paredes
Esto No Es Berlín Ediciones, 2018
Número de páginas: 70 Páginas
Con la certeza que sólo tienen aquellos que ven y viven lo que están a punto de contar, Pérez-Paredes inaugura una exposición humana de las últimas décadas con el poemario Dios tenía la misma consistencia que el pato Donald. El autor ofrece el libro al lector como una interacción. El primer texto está destinado al inicio de sesión para entrar directamente y contemplar como todo lo virtual se extiende en las dimensiones de lo real.
La obra no se acota a lo digital como tema específico, sino a lo digital como medio para llegar a todo lo demás. Desde esta perspectiva, el poeta muestra poemas de género, de sociedad, de infancia, de generación temporal, de tesis poética, de sexo, como algo tecnológico: “La primera vez / que un software masculino toca un coño toca / un arrecife”;
“Todos los niños dibujan / una casa / un humano / un árbol / y un sol / (…) Seré más explícito: / CASA espacio / HUMANO cultura / ÁRBOL naturaleza / SOL tiempo”.
De esa misma forma que Carlos Pardo relataba en Los Allanadores, Pérez-Paredes se quita los ojos una vez ha podido presenciar lo que le rodea, y los abandona a la suerte de otro espectador, contingente.
Con un estilo fluido, eléctrico, apelativo, el poeta recurre a una actitud pasiva a veces, de mero narrador, y a una actitud crítica en otras, interpretativa que, junto con una clara intención barroca, terjiversa las sensaciones para auparlas al grado de lo virtual, donde todo es extraño, ajeno y perfectamente asumible “ (Los niños nacidos antes del siglo XIX / no se enamoraban, solo era un intercambio / de ganado entre familias”. Así combina, así superpone poemas divididos en distintas partes que conforman una visión global en todos los sentidos, como un vector frenético que se expande en forma de esfera, con ese espíritu insaciable de abarcar algo llamado Todo.
Porque la intención de la obra en su total, el motivo, la tesis que se defiende, no es platicar sobre esto o aquello en forma de videojuegos o tras la visión impura de unas gafas de realidad virtual. Si acaso puede darse un porqué es igualar conceptos, enmarañar ideas, resolver deshaciendo.
No es que Dios no exista, es que es un ser imaginario, como el pato Donald. Cualquier cosa puede ser imaginaria si olvidamos qué somos como especie, como individuo. Recuerda ser consciente de lo que haces antes de que sea demasiado tarde, y GAME OVER.
Reseña de Victor Bayona Marchal
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