1º) ¿Qué importancia le da al título y a la portada de un libro?
El título de un libro es la llave (la clave) para situarlo y anticipar su orientación. El título de un libro de poesía sugiere, marca una dirección, crea una atmósfera. La portada es el escaparate. Hay escaparates engañosos, profetas falsos, anuncian más o distinto de lo que hay dentro. Y hay llaves que sin 3X1 (¿o es 3 en 1?) chirrían o no abren. Así que bueno es mirar la portada y leer el título. Pero después de hacerlo, y después de recorrer el índice y observar los apartados, hay que zambullirse en el libro mismo. En el “El río no encontraba el mar”, conviene también leer la Presentación.
2º) El río no encontraba el mar es un poemario complejo, de difícil comprensión. ¿Diría que está escrito para un tipo de lector concreto?
Efectivamente, creo que “El río no encontraba el mar” no es un libro de lectura fácil. Se mueve en las cercanías del misterio e intenta arrancarle algún vislumbre. No está hecho pensando en un tipo de lector, pero su carácter particular selecciona a sus lectores. El primer destinatario de este libro, y de todo libro de poesía, es el autor mismo. El poema es una revelación para él antes que para nadie. El poeta ha sentido un impulso, ha tenido una intuición, y “con temor y temblor” coge la pluma. No sabe lo que va a salir, ello se va configurando sobre la marcha. El final podrá ser una sorpresa para su autor. Al poeta, escaso de lectores, no le faltará uno muy bueno, él mismo.
3º) ¿Cuáles son las claves de su poesía?
Mi poesía es la expresión de mi actitud ante la vida. Mi actitud básica ante la vida ha sido, desde niño, de extrañeza. He abierto los ojos y he visto que estaba viviendo, y me he asombrado de mí mismo y del mundo. Me he sentido extraño en la vida. Vivir me ha parecido algo raro, sorprendente, inesperado. El título de dos libros míos lo dicen bien claro: “Soy de fuera” y “La Realidad Inverosímil”. En realidad, todos mis libros son un libro y todos los poemas un poema, el intento de expresar esa extrañeza radical, el dar cuenta de lo inverosímil que es estar viviendo.
4º) ¿Un lector es un buen escritor? Se dice que hay muchos poetas y pocos lectores. ¿Qué piensa de ello?
De suyo, un lector no es escritor, ni bueno ni malo. El escritor codifica, el lector descifra. Es menos activo el papel de lector. Ahora bien, como el mensaje de la poesía se sale del ámbito de lo práctico, el lector de poesía ha de ser capaz de saltar la valla y situarse en el terreno de lo gratuito, de lo innecesario, de lo espiritual. Y eso no lo consigue, ni lo intenta, si no lleva en sí un humus poético. El lector de poesía tiene que ser cuando menos pre-poeta o co-poeta. ¿Hay muchos poetas? Ser poeta, escribir poesía, es como una de esas enfermedades raras, que no afectan más que a una persona de cada 5000 habitantes. Si en un territorio dado, en vez de uno, hay 25 afectados (por la enfermedad rara o por la poesía), esos 25 son muchísimos, casi una plaga. Lectores de poesía hay muy pocos y cada vez menos. Para comprobarlo, pregunte V. a una persona, incluso culta, cuántos libros de poesía ha comprado en su vida. El mundo camina por otros derroteros. Desgraciadamente, digo yo.
5º) ¿Su poesía es hija de la inspiración o del trabajo? ¿Qué descubre en la poesía que no encuentra en otros géneros literarios?
a) Nadie se sienta al escritorio y dice: voy a escribir una poesía. Le ha tenido que mover un impulso interior, ha tenido una intuición, ha recibido una descarga que le ha puesto en marcha. El primer verso es “un regalo de los dioses” (Malarmé). Pero los versos siguientes, siempre bajo aquel impulso, son fruto del esfuerzo, del tanteo, de la corrección. La inspiración y el trabajo suelen ir unidos. Decía Picasso que la inspiración le encuentra a uno cuando está trabajando. El poeta nace y se hace. También tiene su verdad eso de que “escribir poesía es fácil o imposible”. b) La poesía es una manera distinta de mirar el mundo. Hay que levantar el vuelo para entrar en otra órbita desde la que se mira la realidad con ojos nuevos, en su ser profundo, buscando su sentido, liberado de las ataduras temporales. Donde se descubre que lo superfluo es lo esencial. Leer una novela, la narrativa, en general, no fuerza a saltar una valla, a cambiar de coordenadas.
6º) ¿Se considera un escritor comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir?
Me basta con ser escritor de mi tiempo. Tenga en cuenta que, frecuentemente, el escritor más representativo de su tiempo no ha sido el que más compartía la mentalidad colectiva del momento, sino el que se opuso a ella y anticipó y preparó la época siguiente.
7º) En 1975 obtuvo un accésit en el Premio de Poesía Adonáis por su libro Afueras del Edén. ¿Qué opinión le merecen los Premios Literarios? ¿Qué parte de positivo y negativo tienen bajo su punto de vista?
A mí, el accésit del Premio de Poesía Adonáis me animó a tomar en serio la poesía, me convenció de que podía hacer algo en ese terreno. En general, los premios literarios tienen de positivo para los ganadores que les publican su libro, con lo que resuelven, solo ellos y para esa ocasión, un problema siempre difícil. Lanzan al público nuevos nombres que pueden ser un descubrimiento o cuya evolución posterior invita a seguir. ¿Lo recibe siempre el mejor? Por lo menos no tiene que ser muy malo, pues en ello le va el prestigio al jurado. Pero también en este terreno hay corrupción, bastante corrupción. Al artista se le supone una sensibilidad refinada. Pero la sensibilidad estética no siempre lleva de pareja la ética. Hay artistas que desarrollan su ego como una probóscide.
8º) En una perspectiva actual. ¿Cuál cree que es el impacto de la poesía en la sociedad? Según su criterio ¿cuál sería la función del poeta?
a) En el momento actual, creo que el impacto de la poesía sobre la sociedad es mínimo, cada vez menor, apuntando al límite cero. La poesía (la poesía en su significado propio) es un hecho residual. b) ¿Has observado alguna vez un hormiguero, el trajín que se llevan sus innumerables individuos? Pues bien, en el hormiguero humano, no menos activo ni menos gregario aunque menos solidario, la poesía, como la filosofía, como la religión, invitan a hacer un alto en ese ajetreo frenético, a mirar arriba y a los lados, a preguntarse, a tratar de comprender. La búsqueda de sentido mantiene al hombre en su nivel humano.
9º) Siendo usted un autor experimentado, con una trayectoria dilatada en el tiempo. ¿Qué le recomendaría a un autor novel que intenta llegar a ser poeta?
Alguna experiencia he sacado de la práctica de la escritura, producto más de equivocaciones que de habilidad, que con gusto ofrecería a un poeta principiante. Amigo, no estés impaciente por publicar; antes de hacerlo, rompe muchos borradores. Ten menos prisa por publicar un libro, saca tus primeras genialidades en revistas. Un primer libro puede ser una losa para después. Sé un crítico exigente contigo mismo. Lee lo que has escrito en tu poema, lo que dicen las palabras, no lo que has querido decir. Lee tu poema como si fuera de otro. Deja pasar tiempo hasta que haya salido de ti y vuelve a leerlo. Considera la papelera como una herramienta de trabajo, y úsala mucho aunque te duela. En la vida práctica también lo mediocre cumple un servicio, en arte sólo la excelencia tiene razón de ser. Lee tu texto no al complaciente sino al entendido y sincero. No te enfades mucho con él si te hace juicios negativos. Lee mucha poesía de diferentes tendencias, de distintos autores, también en lenguas extranjeras. En tu interior duermen muchas posibilidades, esas lecturas variadas las irán despertando, serán los armónicos que harán vibrar tus cuerdas y entre tanteos te ayudarán a encontrar tu voz. Quieras que no, al principio serás eco, pero la meta será encontrar tu voz. Lee mucho de todo y ten una imagen actualizada del mundo, pero no trates de mostrarlo en tu escrito. No te desanimes si no consigues entrar en el circuito mediático. Valora más el hecho de haber realizado tu obra que el ser reconocido por el público. No pienses que has fracasado si no llegas, pues tú te has enriquecido espiritualmente.
10º) ¿Con qué tipo de lecturas o autores se siente identificado? ¿Cuáles son sus gustos literarios?
No sé si sigo alguna corriente poética determinada ni trato de averiguarlo. Eso podría ponerme vallas en el momento de la escritura. Puedo citar algunos nombres que me han interesado algún tiempo o mucho tiempo. Entre los primeros están Blas de Otero, Leopoldo Panero…Me han acompañado más Antonio Machado, Ungaretti, Juan Ramón, César Vallejo. Entre los actuales, destaco a Vicente Gallego, Carlos Marzal. Mi poeta de cabecera, Rilke. El libro más bello de poesía en español del s. XX, a mi gusto, “Sombra del Paraíso”, de V. Aleixandre.
11º) ¿Está trabajando en algún proyecto literario? Háblenos un poco de ello.
Con mis años a cuestas, hay dos cosas que me tienen vivo e ilusionado, la poesía y la vida religiosa. Creo que estoy perfectamente lúcido, y eso quiere decir, una de dos, o que estoy efectivamente lúcido, o que me he perdido tanto que no me doy cuenta de que no me doy cuenta. Dando por buena la primera hipótesis, tengo en el bastidor dos poemarios; uno tiene que ver con mi actividad profesional (profesor de instituto, ahora jubilado); otro con la experiencia de tercera o cuarta edad, vivida, observada o imaginada. Pero sobre proyectos personales, mejor ser un poco reservado, no vaya a ser que venga uno de fuera y te lo pispe.
Silos, 25 de junio de 2015