P.- “Del haz y del envés” ¿Por qué has elegido ese título para tu primer trabajo?
R.- Por la dualidad de la mayoría de los poemas que pueden leerse de arriba abajo y abajo arriba. En principio pensé ponerle “De Ida y Vuelta”, pero me pareció más poético “Del Haz y del Envés” por estar relacionado y hacer un símil de las hojas de las plantas con las hojas de un libro.
P.- “Del haz y del envés” es un poemario de temática amorosa, uno de los temas más importantes de la poesía y también de los más difíciles de tratar, sin embargo parece que le das un tratamiento diferente, donde los poemas parecen lanzados al aire llenos de metáforas, como una hoja que se desprende de un árbol. ¿Pretendes con ellos expresar sentimientos o enviar un mensaje?
R.- En poesía siempre intento expresar sentimientos. Esos sentimientos que muchos tienen y sienten, pero no siempre saben expresarlos. Con mi poesía pretendo que la gente se identifique y diga, “esto es lo que a mí me pasa y no sabía cómo decirlo”. Pero, lógicamente también hay menajes subliminales a los que me conocen, a los que de una manera o de otra, pueden saber de qué o de quién estoy hablando.
P.- En todos tus poemas aparecen el primer verso y el último resaltados en negrita como si fuesen el título del poema. ¿Qué has pretendido expresar con esto?
R.- Me cuesta mucho ponerle títulos a los poemas, a no ser que sean muy evidentes o el tema esté claramente especificado. Por eso considero el primer verso como el título del poema. Como en este caso, considero que los poemas son reversibles, por decirlo de alguna manera, también el último verso puede considerarse como el título.
P.- Uno de tus poemas dice: “Escribo en el espacio de un metro por un metro / me desnudo con un soneto, / me visto con la prosa, / […] / abrir un libro es conocer un hecho, / me veo en el espejo de un papel en blanco, / beso el verso, / me cuelo sin miedo en el sentimiento / escribo, no sentencio” ¿Es la poesía una forma de vida para el autor?
R.- Totalmente. Desde que tengo catorce o quince años escribo poesía. Ya con 23 años me autopubliqué un poemario que se llamaba “Palabras sin título”, porque empecé a tener la necesidad de que los demás también leyeran lo que yo escribía, un poco como narcisismo propio y otro poco por lo que he comentado antes, de que pudiera haber gente que sintiera lo que yo sentía. No concibo la vida sin poesía. No concibo no leer libros de poemas. Puedo prescindir de la prosa, pero no de la poesía.
P.- También encontramos algunos poemas donde el paso del tiempo, otro de los grandes temas de la poesía, aparece como una reflexión para el lector. “Se repite el mes de agosto / tras un sinfín de veranos, / y que no falten / el mar, el viento, / las estrellas” o “Me quedo sin domingos / en los que pedirte / que me quieras” o “Se repite la vida / cada día / sin ser nunca / la misma” ¿Por qué es tan importante el paso del tiempo para la poesía?
R.- Precisamente por esa evolución de uno mismo con la poesía y con la vida. Ambas, para mí, están íntimamente unidas, son inseparables. Y si yo voy trascurriendo en el tiempo, la poesía lo mismo. No hay nada más que ver la producción de cualquier poeta en sus poemas de joven, en sus poemas de madurez y en sus poemas siguientes. La poesía de cada uno evoluciona con uno mismo, está viva y se transforma como el que la escribe.
P.- También en tu poesía aparecen muchos elementos de la naturaleza olas, árboles, hojas, ¿Es tu poesía una poesía descriptiva o aparecen estos elementos como necesarios para describir un estado de ánimo del poeta?
R.- Son claramente necesarios para el ánimo del poeta. Desde el Locus amoneus del Renacimiento, que se ensalzaba la naturaleza como hecho poético y necesario para el poeta, hasta la fuerza de los elementos y la propia poesía que emanan los seres vivos de ella, que son eso, seres vivos. Árboles arraigados, con movimiento aunque parezcan quietos, montañas vigías o metáforas de lo que hay que conseguir, por ejemplo, la naturaleza nos enseña, nos emociona, nos provoca, nos habla, comparte, en definitiva, sentimientos.
P.- ¿Cuáles son los poetas que más te han inspirado o que han calado más profundamente en tu sentimiento poético?
R.- Indudablemente tengo que mencionar en primer lugar a Lorca. La sensibilidad poética hecha persona. Pero León Felipe me sacó de un montón de domingos de tedio. Y, en general, toda la generación del 27, a la que admiro con veneración, desde Dámaso Alonso, pasando por Alberti, en lo popular, o la intimidad de Luis Cernuda. También, por supuesto, Pablo Neruda, Miguel Hernández, inmenso,… Todos. Después vinieron otros grandes, como, como José Agustín Goytisolo, Gabriel Celaya, Mario Benedetti, José Hierro, José Caballero Bonald,… son tantos… Ahora, estoy releyendo a Octavio Paz, y me espera Jaime Gil de Biedma. Cualquiera me aporta cosas, de todos aprendo, todos me influyen de una manera o de otra, y según a quién esté leyendo.
P.- ¿Habrá una continuidad del trabajo iniciado en “Del haz y del envés” o es este trabajo una obra casual?
R.- Claro que habrá continuidad. De hecho “Del Haz y del Envés” lo escribí hace, más o menos, un año. Después ya tengo preparados tres poemarios más: “Mar de Taiwán”, “En un momento” y “Paz de espíritu”. Y antes hay más de media docena con la calidad que creo necesaria para que estén impresos. ¿Por qué se ha publicado antes este? No lo sé. Pero, no me gusta llamarlo material, producto, o sentimientos escritos, o simplemente poemarios, tengo para dar sin miedo. No me gusta acostarme sin escribir, al menos, un poema al día. Algunos son sueltos. Otros forman parte de esos libros que voy concibiendo con la idea que pronto vean la luz. Veremos si este se consolida, nos animaremos para el siguiente. Estoy en ello.