Manuel Juliá acaba de recibir recientemente el premio a la mejor obra de habla hispana del año 2015 por su libro El sueño de la vida, título que forma parte de una trilogía junto con el El sueño del amor y El sueño de la muerte.
P.-El sueño de la vida está dividido en tres partes La arboleda de la vida, Puerto oscuro y El sueño del regreso, ¿que tienen de particular cada una de ellas?.
R.- En La arboleda de la vida he pretendido escuchar, ver y sentir el lenguaje visual de la naturaleza. Crear una sintonía entre el ser pensante y la multitud de luces y sombras que le envuelven. La naturaleza es algo más que nuestra madre. Es la pregunta y la respuesta, al menos si se pretende encontrar, como yo quiero hacerlo, algo más que un medio físico con sus leyes y sus contra leyes. Creo que la poesía, que está más fuera que dentro del poeta, es el principio de un mensaje en el que se puede encontrar la verdad. Por qué toda esa explosión de belleza y muerte, por qué la evolución hacia un ser pensante capacitado para buscar la verdad, y para sentir su belleza y tragedia. El ser humano como fotógrafo de Dios, como notario de la muerte y la vida, como sombra del mismo Creador, incluso como creador de Dios, esta es la magia más impresionante que se pueda imaginar. Busco la belleza, atraparla, domarla y ofrecerla con esa otra magia de la vida que son las palabras.
Puerto oscuro habla de la soledad ante Dios y ante el mundo. Escribo del viaje hacia la nada o hacia el enigma. Son oraciones en la sombra, percepciones de una luz lejana. Contiene también cierto cabreo por el hecho de que los mensajes que puedan ayudar en el viaje estén en el silencio, estén en el enigma, estén en la presunción, donde la belleza, como dice keats, es un rastro, o quizá el rastro o la prueba más determinante. La belleza es críptica. La poesía es críptica. La esperanza nace desde donde no sabemos. No sabemos nada. Cuanto más descubrimos, como decía Sócrates, más conscientes somos de nuestra vital ignorancia. Pero tenemos la imaginación, que es el rasgo distintivo del resto de los animales, y es lo que más ha ayudado a la formación de nuestra mente. Sin la imaginación no habría existido la razón, la ciencia, y sobre todo la poesía. Para mí la poesía es pura imaginación. Aunque parezca una contradicción intento razonar con ella. En fin, la poesía, la imaginación, puede ser esa vela que llevas en la oscuridad, como en la película Los otros de Amenábar, que no te ilumina todo el espacio pero si te muestra un camino. Somos ese pez dentro de una pecera que está encima de la mesa de una biblioteca, como dice Einstein. No podemos ver el entorno pero la naturaleza nos ha dado dos instrumentos para conocerlo, la razón y la imaginación. Ambos para mí se enlazan en la poesía.
La última parte, El sueño del regreso, es lo mejor que he escrito, no tengo ninguna duda. Significa el anhelo de la persistencia del amor maternal. Ana, mi madre, murió mientras finalizaba este libro. Vivía con la duda de como terminar una trilogía poética tan compleja, estructurada en tres libros cada uno con tres partes, que trata los tres grandes temas hernandianos, el amor, la muerte, la vida. Pensaba en cómo finalizar y llegué a la conclusión de que quizá no son tres temas sino uno solo, la muerte, ya que la muerte lo impregna todo y en esencia es lo único que hay. Todo se somete a ella. Ella es quien marca el origen y el final, y por supuesto también el transcurso, pues en la propia realidad de la materia está inscrita una muerte permanente. Al morir mi madre sentí un dolor que jamás había imaginado pudiera conocer, tan intenso como el que sentí al morir mi padre sí, de la misma especie, pero en el de mi madre, quizá por mi edad y por estar más inmerso en la poesía, el dolor ahondó más, llegó más profundo y además comenzó a adquirir el carácter de respuesta. Mientras sufría me preguntaba si, al igual que había sentido en momentos de plenitud amorosa, era justo que todo se perdiera “como lágrimas en la lluvia”, como dice el replicante de Blade Runner. Sentí que aquel dolor tan hondo, como la plenitud amorosa, habría de ser un rastro, débil pero enorme, de la transcendencia, mejor del anhelo de transcendencia que llevamos inscrito en nuestra historia genética. Por qué tenemos ese anhelo, por qué deseamos que aquello que nos marca profundamente, que amamos tanto, no deba perderse. Madre, amor, recuerdo, deseo de persistir (sin tener siquiera una conformación de la manera de persistir), la victoria contra el tiempo, el rastro en el corazón de espíritu, y también la esperanza de que gracias al amor no es iluso mantener la esperanza.
Son poemas elegíacos, muy cercanos. Los escribí todos en una noche y cuando los he vuelto a leer he sentido que fueron producto de un diálogo entre la sombra y la luz.
P.- El sueño de la vida forma parte de una trilogía. ¿Cómo se ha formado y cómo se caracteriza cada una de ellas?
R.-Hamlet, cercano el morir, dice algo así: qué sueños habrá en el sueño de la muerte. La inmensa profundidad de esta frase, su esencia enigmática y esperanzadora, me dio el título del primer libro. Lo escribí por tanto como como si fuera la escritura que se hace desde los sueños que hay en el sueño de la muerte. El sujeto poético, en consecuencia, es el que ya no está, como en el enigmático poema de Wallace Steven Del mero ser, que está basado en el sufismo. O como en el poema Alegría de José Hierro, en el cual habla el que ya no existe. Por tanto elegí una perspectiva onírica para la escritura, y dar voz a la inexistencia como una manera de luchar contra el tiempo desde la poesía, que para mí es el instrumento que nos ha dado la naturaleza para trascender la estrechez de las palabras. Las palabras se pierden en el vértice de la noche, pero cuando discurren por el silencio de la poesía, es como si alargaran su luz para llegar más lejos. Hasta dónde jamás lo sabremos, o quizá lo que no sabemos en la manera de saberlo. En El sueño de la muerte el sujeto poético es el que ya no existe, mi yo que ya no existe y recorre, como en la Eneida, el lugar en donde habita lo que ya no existe. Solo desde la poesía se puede hacer ese recorrido.
También lo dividí en tres partes: Puentes de niebla, los que se cruzan desde la existencia hasta la inexistencia. Isla de los muertos, el diálogo onírico con los amados ausentes, y El sueño de los niños, el encuentro con el principio, con la esencia no perturbada, o menos perturbada por la vida.
Esa estrategia poética de desplegar en los poemas un sujeto poético sin el tiempo la he mantenido en los dos libros. En el segundo el amor es el puente de vida que comunica la muerte y la vida. Y sobre el tercer libro creo que ya he dicho demasiado. Bueno en general creo que he dicho demasiado. No me gusta explicar la poesía y mira que aquí me pongo a hacerlo. Quizá tu gran amabilidad me ha embaucado, así que no hagas demasiado caso a lo que digo. Los libros tienen su propia voz y su autonomía, que hablen ellos, yo no quiero importunarlos más al cabo encerrándolos en un análisis.
P.-Algunos de tus poemas son muy descriptivos y sus versos parecen pinceladas que lanzas en busca de la belleza. ¿Por qué es tan importante la belleza para la poesía? ¿Qué tienen en común la pintura que es un arte plástica y la poesía?
R.- Con la pintura, el cine, mucho. Imagino mi literatura como en el discurso de un filme, o la estampa de un cuadro o una sinfonía. Sobre el asunto de la belleza déjame que te diga los últimos versos de “Oda a una urna griega” de Keats, en la excelente traducción de Cortazar;
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»… Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta.
P.- Existe una controversia constante en la poesía actual, en la que algunos defienden que las formas estilísticas tienen que estar por encima del mensaje, la otra corriente (la realista) parece sugerir que la poesía no sólo se escribe con palabras sino también con la vida. ¿Eres partidario de alguna de estas corrientes?
R.- No soy partidario, en algo tan inmenso y complejo como la poesía, de ninguna corriente. Además esa batalla entre fondo y forma, tan vieja (me acuerdo que ya en los años de universidad se hablaba de ella) para mí es absurda. Lo importante es el poema, la literatura, como decía Gil de Biedma. Luego que cada uno vaya como quiera. Si el resultado final es bueno bien venido sea. Yo tengo que ir al poema desde la vida. Quiero que la mía sea poesía de la vida, por eso escribo tanto sobre la muerte.
P.- Tienes una trayectoria literaria muy extensa, en la que alternas libros del género de la poesía con libros de narrativa. ¿Es muy diferente el proceso creativo de los géneros de poesía y narrativa?
R.- Para mí siempre es lo mismo. Una libreta, un bolígrafo, un paisaje, un pensamiento, una percepción…y a sacar de adentro. Lo que sí tengo claro es cerrar mi fase de libros de poemas (ojo que no digo poética, el otro día comentaba con Soledad Puértolas que en El Quijote no solo hay poesía en sus versos) y comenzar a escribir novela, aunque también te digo que no creo mucho en los géneros literarios (me encanta como escribe John Berger) por tanto cualquiera sabe lo que va a salir.
P.- Hay algo muy llamativo en tus actividades Columnista del diario Marca y poeta. La poesía y el futbol parecen actividades muy diferentes, una de ellas muy minoritaria y la otra llena de seguidores y fanáticos. ¿Notas mucho la diferencia cuando escribes una columna de opinión en el Marca a cuando escribes un poema? ¿Es muy diferente la respuesta del público?
R.- Tengo la suerte de que me dejen escribir poesía ahora en la contra portada del diario que más se lee en España, que es Marca. No escribo allí como un experto en deportes, que no lo soy, sino como un escritor que siente no se puede permanecer ajeno a lo que interesa a tanta gente. Digo en tono de broma que si Homero viviera hoy escribiría sobre un Madrid-Barça, se dan todos los componentes de un relato épico: guerra, dioses, héroes…
P.- ¿Qué vendrá después de esta trilogía? ¿En que estas trabajando ahora?
R.- Tengo entre manos dos libros: Diario sentimental, que está casi redactado, y mi último libro de poemas que se llama Huésped extraño. No te hablo de él porque está muy verde y todavía no sé qué narices quiero decir en este libro. Aunque eso da lo mismo. El libro me dirá durante su escritura qué quiere ser.