Hiperión, 2017
60 páginas
De la misma forma de alguien que predice en base a una experiencia, con esa fe ciega pero a la vez certera, concreta y astuta, Ángelo Néstore dibuja en Actos Impuros, poemario ganador del XXXII premio Hiperión de poesía, un nuevo camino hacia una temática compleja, actual y abundante. Dividido en cuatro partes, el libro supone una inmersión en la propia individualidad del poeta que ahonda en temas esenciales para él, como la materialidad y la razón del cuerpo, el feminismo, los géneros o la paternidad.
En la primera parte, titulada El cuerpo casi, abre la puerta al primero de los temas: el propio cuerpo humano. Esta sección supone una reflexión sobre el valor del género en el cuerpo y la utilidad de éste. Aborda este aspecto desde una perspectiva muy sensible, en la que las sensaciones desbordan el poema de una forma muy vital, real e individual: “si mi padre me dice: sé un hombre/ yo me encojo como una larva/ clavo el abdomen bajo el anzuelo./” Por encima de todo, prima su conciencia, su ser inevitable, que se presenta de una forma más o menos indirecta, pero siempre cierta.
Íntimamente de acuerdo con los dilemas sociales, el poeta también incrusta de una forma muy masticada sus sentimientos en los poemas, de una manera casi revulsiva: “si las palabras no se oyen bajo el agua/ si sólo sé escribir poemas./”
Sin embargo, el autor compagina lo negativo con lo escéptico, lo despegado de lo que no es positivo; celebra el cuerpo como elemento suficiente para su propia existencia, “porque sí”.
Finalmente, con el poema De cuando me equivoqué de bar, inaugura una nueva línea temática dentro del poemario; si el cuerpo ha pasado a ser social, la paternidad resulta relativa a la sociedad.
En la segunda parte, de nombre Los pelícanos se mueren de hambre, se introduce en el ámbito de la mujer luchadora conjugando poemas sobre distintas mujeres. Inicia esta sección con un poema a su madre, sobre el sacrificio y la perseverancia para cumplir los deseos de su hijo: “Se haría cada vez más pequeña, / se inventaría un nuevo idioma, / balbucearía de nuevo/ para ser mi hija./”
De forma consecutiva, describe la historia de una mujer trabajadora, de una mujer que pugna por sacar adelante su propia vida y todo el peso que carga con ella. Así, y con los siguientes poemas en la misma línea, Néstore permite su inclusión en un ámbito que quizás no es el suyo más directo, pero que sí adopta totalmente hasta verse en las situaciones, hasta trabajar como mujer bajo una situación desfavorecedora, hasta conseguir la satisfacción del ser más querido, hasta poder ver a través de los ojos de quien nunca deja de presenciar pero no siempre habla.
Después, ya en el tercer fragmento llamado Hija imaginada, recoge la soga que arrojó en el primero para volver al tema de la paternidad. Primero, introductoriamente, cuenta desde la propia visión del poeta: “que me recuerda a la aridez/ de dos hombres que se quieren./”. Una vez establecida esta partida, dedica el resto de poemas de esta parte a especular sobre una paternidad imaginada: “Mi niña que no es mi niña no conoce el frío de las tumbas/ o si la sábana se enreda en medio de la noche,/ sólo busca un padre en la geografía de los desiertos./”. Con este discurso indirecto entre padre imaginado e hija imaginada, transmite una pretensión por elevar el sentimiento de la paternidad frustrada con cierto tono elegíaco: “Miradme. Yo también soy un buen padre.”
Ya en el final, Cantos a una cuna vacía, el autor se queja de forma definitiva de la paternidad, a través de la adopción, como una decisión social clasista, obstructiva. Ante esta situación, construye una serie de canciones dedicadas a elevar el valor de su esperanza, en este apartado más ciega: “Una masa ajena se hace dentro y crece en el misterio”.
En conclusión, Ángelo Néstore elabora en esta obra una temática muy profunda, con un estilo lírico despojado pero preciso, elaborado, y permite que se vislumbre tras el fondo de los entresijos y de elementos que llevan el peso del poemario, la importancia que cobra en su persona la fe en lo imposible pero indispensable: “mancho la tierra con la semilla última de la esperanza”.
Reseña de Victor Bayona Marchal