ESPERANDO LAS NOTICIAS DEL AGUA,
de Basilio Sánchez.
Editorial Pre-Textos, Colección “La Cruz del Sur”, nº 1.514.
68 páginas.
Construyendo “el escenario mítico de un paisaje rural en extinción”, Esperando las noticias del agua “es un poema único compuesto por cuarenta y ocho fragmentos que, de una forma alegórica y utilizando como hilo narrativo el amor entre dos jóvenes, reflexiona sobre la entereza y la perseverancia como únicas maneras de sobrevivir al extravío ético de nuestras sociedades actuales.” Son palabras del propio autor del libro, Basilio Sánchez (Cáceres, 1958), quien ha sabido combinar su dedicación profesional en el ámbito sanitario –es Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Extremadura- con una intensísima actividad literaria, iniciada en 1983 gracias a la obra A este lado del alba, accésit del Premio Adonáis. Autor también de dos libros de narrativa –El cuenco de la mano y La creación del sentido-, entre sus trabajos poéticos posteriores destacan La mirada apacible (1996, accésit del Premio “Jaime Gil de Biedma”), Para guardar el sueño (2003), Entre una sombra y otra (2006, Premio Unicaja de Poesía), Las estaciones lentas (2008, Premio Tiflos) o Cristalizaciones (2013, Premio Ciudad de Córdoba “Ricardo Molina”). Considerado como un ejemplar exponente de la lírica meditativa contemporánea, su obra poética completa hasta 2009 –salvo su primer libro- ha quedado reunida en el volumen titulado Los bosques de la mirada, aparecido en 2010. Tres años antes, en 2007, recibió el Premio Extremadura a la Creación, a la Mejor Obra Literaria de Autor Extremeño.
En Esperando las noticias del agua, la correspondencia, casi literal, de su segundo poema –o fragmento, por seguir la denominación del autor- con el cuadragésimo octavo y último vendría a sustentar y redondear la tesis constructiva de una latente historia de amor que, de manera muy sutil, va sirviendo de línea argumental a la obra. No obstante, bien lejos estamos aquí de un poemario de corte amoroso, pues la inquietud del sujeto lírico se centra en la posible refundación del mundo, a través, sí, de un compromiso ético y humanista, y por medio también de la redención de un “locus amoenus” perdido: de ahí las constantes apelaciones a la Naturaleza, por supuesto al agua, y todavía más a los árboles, quizá los verdaderos protagonistas del libro –“Pasaremos nosotros / y los árboles / seguirán siendo fieles al horizonte y a la luna”-. La profundidad del tono reflexivo del autor se impone a cualquier tentación de preciosismo descriptivista, mientras se afianza la certeza de que únicamente persistir puede ofrecer la gracia de la salvación: “Hemos traído el sueño de la lluvia / hasta esta tierra estéril (…) / Nuestros rostros / reflejan la hermosura / de los que se debaten, / solitarios, / pero con fuerza aún, en los confines / de la ausencia de Dios”.