Marta Paricio Montesinos es LEB, la escritora de Audiatur et altera pars, publicado por la Editorial Poesía eres tú en el año 2018.
P.-¿Qué significa Audiatur et altera pars y por qué le pones ese título al libro?
R.- Si hay una característica que defina el libro es precisamente su alto contenido de referencias legales y políticas. Una influencia directa de mis estudios que en ningún momento pretendo esconder. Audiatur et altera pars se refiere básicamente al principio de contradicción de partes en el derecho procesal. Esto, en palabras coloquiales, es básicamente que un juez no puede dictar sentencia sin haber, al menos intentado, escuchar directamente las dos partes del conflicto.
Hay ocasiones en las que nosotros mismos sentimos que se menosprecia nuestra posición, que no tenemos oportunidad de explicarnos, que solo podemos ser malentendidos porque nuestra voz no es escuchada. Ponerle este título al libro es una declaración de intenciones. En primer lugar, porque el libro es la versión de unos hechos que nunca pude argumentar desde mi posición. Y, en segundo lugar, porque no quiero ser partícipe nunca más de esa injusticia. Es la lucha directa al prejuicio y al silencio, la promoción de la comprensión mutua y de las segundas oportunidades.
Audiatur et altera pars: un juez no puede dictar sentencia sin haber, al menos intentado, escuchar directamente las dos partes del conflicto
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P.-¿Quién es LEB y por qué adoptas este seudónimo con el que firmas la obra?
R.- Es una historia un tanto peculiar. En un proceso de autoconocimiento decidí redactar una serie de textos en los cuales cada personaje que surgiera representaría una parte de mi cuerpo y de mi ser. De forma metafórica, claro. Pretendía ordenar los debates que se me presentaban de forma clara y discernir qué argumentos pertenecían a quién. Sin darme cuenta, el personaje que representaba el corazón se fue apoderando del protagonismo de las historias. Por su creciente importancia decidí ponerle nombre y, por casualidad, me topé con Leb, que no es más que “corazón” en hebreo. Sin embargo, y por su innegable connotación bíblica, descubrí que corazón para los hebreos no era la simple metáfora del órgano que siente, sino que representa tanto los sentimientos como los recuerdos y los pensamientos. Así, a veces se usa como memoria o, incluso, como conciencia.
Para mí, que hacía años que no escribía poesía, el que cogía el boli y se ponía a purgar todo lo que llevaba dentro era mi Leb. Él sabía que necesitaba ese proceso de creación literaria como proceso de purificación, pues de forma “racional” me estaba resultando muy difícil gestionar todos los cambios y pérdidas que estaban sucediendo a mi alrededor. Para más inri, el personaje de mis historias siempre tenía el mismo oficio: escritor. Me pareció tan adecuado que no pude evitarlo.
Obviamente, también existe una razón profesional, pues quería separar mi carrera como jurista y politóloga de la literaria. Sin embargo, no lo he conseguido en demasía, y creo que a estas alturas no me parece tan importante como en un principio.
Para mí, el que cogía el boli y se ponía a purgar todo lo que llevaba dentro era mi Leb (corazón en hebrero).
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P.-Audiatur et altera pars está dividido en tres partes 1-“Donde encuentro a Dios”, 2-“Al que Dios ha oído”, 3-“Señora” ¿En qué se diferencia cada una de estas partes?
R.- La diferencia principal se sitúa en el valor que considero haber perdido en cada parte. Siguiendo un proceso cronológico, cada parte es vinculada a una persona en concreto. Si bien las dos primeras partes son dos antiguos compañeros, uno representado por el equilibrio y la serenidad y el otro por la pasión y el amor romántico, la última parte la vinculo a mí misma. Y es que, “Señora” es el significado del nombre Marta en arameo. Aunque no soy precisamente una persona religiosa, considero que la poesía tiene la virtud de elevar a trascendente lo que en primer momento no lo parece. De ahí las metáforas constantes a elementos místicos como la religión, la historia antigua o la mitología.
Siguiendo con las referencias legales, para mí la pérdida de las personas y los valores que conllevaban era una condena que alguien me había sentenciado. Así, en la última parte, me presento como alguien que se ha perdido a sí misma después de haberme mostrado arrogante ante la paz y prejuiciosa ante el amor. No obstante, finalizando el proceso del último acto, voy descubriendo, a través de la propia aceptación, que no me había perdido. Más bien, me había desprendido de la imagen que tenía reflejada de mí misma. Tal vez, la jueza de la sentencia era yo. Y, despojada de todas las limitaciones, me permitía, al fin, convertirme en aquello que realmente quería ser.
Para mí la pérdida de las personas y los valores que conllevaban era una condena que alguien me había sentenciado.
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P.-En tu poemario entre otros temas muy reflexivos también tratas el tema del amor, tan importante en la poesía. ¿Tratas el amor como un diálogo con el ser amado en ausencia de este?
R.- Aunque el título sea un precepto general, lo que en un principio motivaba más la expresión de mis recuerdos era justamente la posibilidad de hablarle a lo que ya no está. Es decir, muchas veces vamos a la cola del tiempo y no decimos lo que tenemos que decir cuando toca. La poesía permite darle voz a aquello que por el motivo que sea callaste y te arde por dentro. Escribir lo que no se te permite es una válvula de escape, combate la soledad y posibilita tener esas conversaciones que nunca se dieron pero que sientes como necesarias. Muchas veces se ha dicho que se escribe a lo que ya no está presente, y muchas veces es cierto. Al menos, en este caso, lo es.
La poesía permite darle voz a aquello que por el motivo que sea callaste y te arde por dentro.
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P.-¿Cuáles han sido los poetas que más te han inspirado y cuáles los libros que recomendarías a un lector?
R.- Mis influencias son realmente variadas. No negaré que siento y siempre sentiré predilección por los poetas españoles como Góngora, Fray Luis de León, Bécquer o Miguel Hernández. Sin embargo, si debiera nombrar dos poetas que más me marcaron al leerlos diría que son el catalán Salvador Espriu y la inglesa Charlotte Brontë (o Currer Bell que es como se hacía llamar ella). Aunque sus estilos distan mucho el uno del otro, de sus escritos se desprende una sinceridad, a veces desgarradora, que nunca abandona el lirismo. “Cementiri de Sinera” de Espriu sería, sin lugar a dudas, un libro que recomendaría.
Mentiría, pero, si no nombrara el gran impacto que el mundo del rap ha tenido sobre mí. Raperos como el Chojin, Nach, ZPU y, hace poco fallecida, Gata Cattana a través de la crítica social, y sin caer en el determinismo, buscan luchar por un mundo más justo. En una sociedad donde cada vez impera más el cinismo, se necesitan voces que proclamen que merece la pena esforzarse para aspirar a la utopía.
Fuera de la poesía, para mí es recurrente el debate de qué autor me ha conmocionado más, si Albert Camus o Fiódor Dostoyevski. Sin embargo, eso es otro tema, pues el existencialismo siempre ha sido mi debilidad y a la mínima se refleja en mis escritos.
P.-¿Has seguido escribiendo después de Audiatur et altera pars? ¿Habrá un segundo libro de LEB?
R.- He seguido escribiendo, sí. Y mi estilo se ha ido perfilando mucho más. Mi poesía rezuma un poco más de madurez ahora, pero también admito que no podría cambiar ni un solo verso de mi primer libro. Para bien o para mal, digo lo que quiero decir y cada palabra tiene su sitio y su pureza ingenua. No puedo asegurar que vaya a haber un segundo libro porque para eso necesito sentir que hay algo imperante que tengo que aportar. Pero, por otro lado, no puedo estar más contenta, pues a partir de esta experiencia he retomado algo que hacía años que había abandonado y escribo poesía con asiduidad. Al ser poemas sueltos y no poderlos recopilar en un único texto, aprovecho las redes sociales para exponerlos al público. Algunos poemas me los guardo a la espera y otros, más cortitos y espontáneos, los comparto en Instagram junto con una comunidad amplia de poetas que, como yo, buscan popularizar de nuevo la poesía. Y creo firmemente que se está consiguiendo.