Entrevista para la Revista Poesía eres tú
P.- Como lector, no puedo evitar pensar mientras leo y releo tu libro El hombre social que es un libro escrito por un poeta, una reflexión muy profunda sobre al arte y el conocimiento. ¿Qué te llevo a escribir El hombre social? ¿Qué dificultades tiene el hombre de hoy?
La poesía anticipa siempre la realidad. Realidad que es arte, conocimiento, literatura y también vivencias y experiencias, donde la vida no tiene una sola trayectoria, sino varias.
Escribir un ensayo sobre el sujeto humano es poner en juego la manera de pensar, desnudarse ante el lector —quiero decir— en esencia, ser espíritu libre.
Yo diría que el principal escollo con que se encuentra el hombre es darse cuenta de que no es uno; es dos, que hay otro de él y todavía otro fuera de él, necesario para dar sentido a su existencia.
P.- Cuando hablas de El Arte de vivir, relacionas la poesía con la pausa de un deseo pasional y la prosa con la lenta agonía de un misterioso colapso. ¿Son diferentes los estados de ánimo que te llevan a escribir poesía y prosa?
El que escribe no soy yo. Es otro de mí. Me limito a ser mero ejecutor de un mandato social. Porque la escritura es siempre social. Y es ese otro el que sabe de los estados anímicos del hombre.
P.-¿Por qué es necesario crear para el hombre? En tu libro defines crear con tres infinitivos: Definir, elegir, amar. ¿Está en la creación la felicidad?
La felicidad está en el camino del trabajo. La creatividad es el resultado de ese trabajo. Y, por supuesto, siempre con amor.
P.- En Atalaya de la argumentación dices “No basta con leer libros que están hechos de multitud de palabras, hechos, documentos… pero pocos de ideas”. ¿Necesitan los libros descubrir un conocimiento nuevo al lector? ¿Qué libros recomendarías?
El hombre de hoy es reo de la inmediatez, de lo efímero, de lo superficial, de lo aparente…
Instalado en la mediocridad al hombre contemporáneo le faltan ideas. Por ejemplo vivimos una época de culto al cuerpo en vez de cultivar la mente; vivimos situaciones de denostación en detrimento del esfuerzo y la creatividad.
Los clásicos griegos (Sócrates, Platón, Aristóteles…) son una buena manera de empezar a caminar. Y para mantener una mente saludable, las obras completas de Sigmund Freud. Y si me preguntas por un creador contemporáneo la obra completa de Miguel Oscar Menassa.
P.- La libertad: “¡La libertad no existe!” afirmas en una parte de tu libro. ¿Qué es lo que impide la libertad al hombre?
libertad es estar encadenado a lo que el sujeto desea, quiere, sino el término resulta ser una quimera.
Por eso que cuando se piensa la libertad sin límites, se termina pensando en términos de frustración.
P.-En varias partes de tu libro tocas el tema del amor, incluso llegas a relacionar el amor con el odio. ¿Qué es lo que nos lleva del amor al odio?
Una delgada línea donde en ocasiones odiamos y lo que realmente sentimos es amor y viceversa.
Por eso que, a veces, hace falta decir NO. ¿Para qué? Para seguir caminando, para seguir viviendo. El Amor es el abrazo de las diferencias, por ende, mejor amar.
P.-Tienes un anexo que titulas: “Cómo piensa la mujer” ¿Es diferente la manera de pensar del hombre y la mujer?
Me parece que sí. Hoy por hoy, no estoy en condiciones de afirmarlo con rotundidad. Tema tremendamente apasionante cuyo estudio me llevará toda la vida.
Las relaciones humanas son con palabras, empiezan con ellas. Depende de dónde se pongan en el contexto de la conversación, producen interpretaciones diversas y dispares que dan lugar a resultados diferentes. Por ejemplo, si yo le digo a una persona “te amo” a saber qué quiere decir, qué efecto produce en ella esa afirmación. Bueno, con una negación ocurre exactamente lo mismo.
P.-¿Cuál es tu siguiente trabajo después de tu libro El hombre social? ¿Sigues escribiendo poesía o narrativa?
La poesía es una realidad que camina cancelando supuestos. La filosofía nos muestra que la vida nunca es lo que es; que la Verdad es una construcción de cada instante presente. Con estos mimbres sociales no hay otra alternativa que seguir fabricando cestos.
Y para ir concluyendo una idea que invita a la reflexión:
La vida nos dice por dónde hay que caminar y luego, de vez en cuando, nos recompensa.