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LA TIERRA HABLA
LA TIERRA HABLA
Una golondrina duerme sobre la cuerda de un violín de vértigo insumiso.
Y un ángel se posa en la cornisa de cualquier deseo,
blandiendo su sonrisa al viento.
Convergen los pensamientos en el cerebro,
el estupor apunta como un revolver
hacia el alambre que sujeta al equilibrista,
aquel que ata las miradas del pavor.
El sollozo de un niño golpea enloquecido como el mar
la puerta de las rocas despiadadas,
y el dios del Cosmos
muere acompañado por millones de almas
que se hunden con sus templos.
Sobre el cuello de un cisne duerme una sonrisa atolondrada,
cada pluma tiene su temblor;
y un carbón doliente
se posa sobre el Universo
que atraviesa un túnel de espacio despoblado.
Una mujer canta sentada en una lágrima al lado de un suspiro,
como un perro de ladridos inconsolables,
mientras un otoño milenario
vuelve del tiempo de los corintios.
Un ruido de rebaños sin permiso
oye crujir las olas
bajo la sombra del horizonte,
queriendo saltar de la esperanza al cielo
y cayendo de naufragio en naufragio.
El otoño cambia el olor de las flores
llena los ojos de recuerdos,
el pecho de silencios,
y el corazón de amores y odios.
¿Has oído arrullar al cielo cuando tiene miedo de la noche?
¿Has visto al camino sentarse a descansar
mientras el mar hace dormir a los barcos,
la voz del silencio se llena de soledad
y el amor se esconde en los rincones del guardián de la suerte?
Crece la hoguera impenetrable
donde brotan las palabras y los ríos
donde crecen cascadas de amor inagotable,
y donde un perfume de pasión ilumina el fondo del océano.
¡Tierra! Desnuda, frágil, ahogada, ciega, herida, ausente, populosa,
friolenta, lagrimal, agónica, azarosa, infinita, olvidadiza, presente,
presagio de noches de perfecta esencia otoñal
motor del alba,
que con sus labios,
empuja al viento para que sus ojos abra.
Saber amar (poesía)
SABER AMAR
Beso silencioso como perfume invisible
boca con apariencia de beso
de plumaje vaporoso,
labios abiertos bajo luceros celestes,
donde ecos lejanos,
cantan resplandores del solsticio de verano.
Saber amar es asomarse al río
para observar los márgenes de su anhelo.
Es el verbo misterioso que brilla durante el día
y también en la noche.
Son los ojos que se cierran
para esconder el temblor del alma
dentro de los párpados.
Es un mar de pasión
y un sol lúcido,
son unos pies ligeros que escapan
y la inviolable huida que contiene la mirada;
es la rompiente espuma marina, cristalina,
que envuelve los cuerpos desnudos;
es un puñado de arena en mitad del desierto,
y la gota inmensa que contiene el océano
entre las luces del estío.
Saber amar, ese calor que hace que la sangre brille
cuando los cuerpos se estremecen entre los brazos,
cuando los labios besan el brío implacable
de las estrellas rizadas por el viento dorado,
como la lágrima que humedece la mejilla,
pero no la acaricia.
Mundo estremecido,
más allá de su inefable apariencia,
acunado en la dulzura de los senos,
aurora impaciente,
sonríe en la dicha de los labios.
Sedienta tarde endulzada por la saliva
de unos labios secretos
que llaman a los corazones
en ese instante evocador
del viento entre los árboles.
Entrevista para la Revista Poesía eres tú
P.- Como lector, no puedo evitar pensar mientras leo y releo tu libro El hombre social que es un libro escrito por un poeta, una reflexión muy profunda sobre al arte y el conocimiento. ¿Qué te llevo a escribir El hombre social? ¿Qué dificultades tiene el hombre de hoy?
La poesía anticipa siempre la realidad. Realidad que es arte, conocimiento, literatura y también vivencias y experiencias, donde la vida no tiene una sola trayectoria, sino varias.
Escribir un ensayo sobre el sujeto humano es poner en juego la manera de pensar, desnudarse ante el lector —quiero decir— en esencia, ser espíritu libre.
Yo diría que el principal escollo con que se encuentra el hombre es darse cuenta de que no es uno; es dos, que hay otro de él y todavía otro fuera de él, necesario para dar sentido a su existencia.
P.- Cuando hablas de El Arte de vivir, relacionas la poesía con la pausa de un deseo pasional y la prosa con la lenta agonía de un misterioso colapso. ¿Son diferentes los estados de ánimo que te llevan a escribir poesía y prosa?
El que escribe no soy yo. Es otro de mí. Me limito a ser mero ejecutor de un mandato social. Porque la escritura es siempre social. Y es ese otro el que sabe de los estados anímicos del hombre.
P.-¿Por qué es necesario crear para el hombre? En tu libro defines crear con tres infinitivos: Definir, elegir, amar. ¿Está en la creación la felicidad?
La felicidad está en el camino del trabajo. La creatividad es el resultado de ese trabajo. Y, por supuesto, siempre con amor.
P.- En Atalaya de la argumentación dices “No basta con leer libros que están hechos de multitud de palabras, hechos, documentos… pero pocos de ideas”. ¿Necesitan los libros descubrir un conocimiento nuevo al lector? ¿Qué libros recomendarías?
El hombre de hoy es reo de la inmediatez, de lo efímero, de lo superficial, de lo aparente…
Instalado en la mediocridad al hombre contemporáneo le faltan ideas. Por ejemplo vivimos una época de culto al cuerpo en vez de cultivar la mente; vivimos situaciones de denostación en detrimento del esfuerzo y la creatividad.
Los clásicos griegos (Sócrates, Platón, Aristóteles…) son una buena manera de empezar a caminar. Y para mantener una mente saludable, las obras completas de Sigmund Freud. Y si me preguntas por un creador contemporáneo la obra completa de Miguel Oscar Menassa.
P.- La libertad: “¡La libertad no existe!” afirmas en una parte de tu libro. ¿Qué es lo que impide la libertad al hombre?
libertad es estar encadenado a lo que el sujeto desea, quiere, sino el término resulta ser una quimera.
Por eso que cuando se piensa la libertad sin límites, se termina pensando en términos de frustración.
P.-En varias partes de tu libro tocas el tema del amor, incluso llegas a relacionar el amor con el odio. ¿Qué es lo que nos lleva del amor al odio?
Una delgada línea donde en ocasiones odiamos y lo que realmente sentimos es amor y viceversa.
Por eso que, a veces, hace falta decir NO. ¿Para qué? Para seguir caminando, para seguir viviendo. El Amor es el abrazo de las diferencias, por ende, mejor amar.
P.-Tienes un anexo que titulas: “Cómo piensa la mujer” ¿Es diferente la manera de pensar del hombre y la mujer?
Me parece que sí. Hoy por hoy, no estoy en condiciones de afirmarlo con rotundidad. Tema tremendamente apasionante cuyo estudio me llevará toda la vida.
Las relaciones humanas son con palabras, empiezan con ellas. Depende de dónde se pongan en el contexto de la conversación, producen interpretaciones diversas y dispares que dan lugar a resultados diferentes. Por ejemplo, si yo le digo a una persona “te amo” a saber qué quiere decir, qué efecto produce en ella esa afirmación. Bueno, con una negación ocurre exactamente lo mismo.
P.-¿Cuál es tu siguiente trabajo después de tu libro El hombre social? ¿Sigues escribiendo poesía o narrativa?
La poesía es una realidad que camina cancelando supuestos. La filosofía nos muestra que la vida nunca es lo que es; que la Verdad es una construcción de cada instante presente. Con estos mimbres sociales no hay otra alternativa que seguir fabricando cestos.
Y para ir concluyendo una idea que invita a la reflexión:
La vida nos dice por dónde hay que caminar y luego, de vez en cuando, nos recompensa.