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PRESENTACIÓN URBANOVA

[intense_promo_box shadow=”3″ border_radius=”10px”] Una cosa tenemos en común Angelina y yo: no nos gusta conducir.
Este hecho, junto a la vecindad que supone residir en el mismo barrio, ha propiciado que siendo usuarias habituales del transporte público, coincidiéramos en multitud de ocasiones en nuestras idas y venidas al centro de Alicante.
Un autobús que acostumbra a oler mal, que no siempre es puntual, que es incómodo y que hace un ruido ensordecedor, no es el lugar más adecuado para entablar una conversación de alto nivel intelectual.
No obstante, entre frenazo y frenazo, agarrándonos con fuerza a las barras de sujeción, tuvimos ocasión de conocernos y de alimentar una amistad que se ha consolidado poco a poco con el paso del tiempo.

Como amiga suya, quizá no sea la persona más idónea para hablar de sus cualidades. Probablemente, me falte objetividad; pero si digo que Angelina es una mujer estudiosa, alegre, con una gran curiosidad y generosa con el trabajo, estoy segura que me acerco enormemente a la verdad.

Su entendimiento equilibrado y fresco impregna sus relatos, que revelan vitalidad, esperanza y alegría. Tres adjetivos tan necesarios en nuestros días.

En sus relatos “Puntadas Literarias” se manifiesta la dulce tolerancia de las personas que ha vivido mucho y atesorado todo el caudal que le han dado sus innumerables lecturas, la sagaz observación y la experiencia personal y compartida.

El acertado prólogo escrito por Don José Antonio Malgares, es el perfecto preámbulo para ayudarnos a descubrir la riqueza y amenidad de estos preciosos relatos.

Es un libro de fácil lectura donde cada frase tiene un gran poder de razonamiento, de reflexión y de sencillez.

A través de su lectura queda reflejada su educación pedagógica.
Los que nos hemos dedicado al maravilloso arte de enseñar, sabemos muy bien cómo se requiere un lenguaje claro y preciso, que no nos lleve a la confusión, el que conecta con el otro.

Su lenguaje es el más justo para explicarnos lo que es y lo que siente. Sabe relacionar de manera clara sus ideas y sus sentimientos.

La facilidad en la que sabe sumergirnos en determinados ambientes, es notoria. Como ejemplo de ello, el siguiente fragmento:

Un día de feria. La siesta.

Este día siento el calor de Jumilla como menudos puntitos colándose por ventanas, ventanillas y rendijas. Esta calina aquí tiene unas connotaciones propias; es envolvente, te aprisiona
en todas direcciones como minúsculas flechas que inciden en todas direcciones como minúsculas flechas que inciden en tu ser. Y conforme avanza el día, este se sucede con variados matices; así, al acabar de comer, al inicio de la digestión, esta se alía con el ambiente que la sequedad ha impregnado en los aposentos y se palpan unas horas de silencio, roto por el rugir de algún motor ronco o el canto de un gallo cerca en un vecino corral.

La fascinación que le producen pequeños detalles que a la mayoría nos pasan desapercibidos.

Mirando una catedral

La luz que tamiza las vidrieras de una catedral en un día medio soleado tiene algo insólito, etéreo, fantasmal. Parece ser una criatura que quiere emanciparse, vivir por sí sola a la vez que proyectar sus vivencias a todas las personas a las que ilumina.

Esos rayos que nos divide la sombra, penumbra, claridad, como estancias bien diferenciadas poseen la rara facultad de evadirte, viajar con ellos, salirte de la catedral y en ese ascendente huir es cuando paradójicamente quieres quedarte, deseas saborear su caricia y te sientes como descuidada, donde tú bien sabes van a fluir característicos resplandores.

Aún estando en recogimiento, ofreciendo peticiones al Creador, siempre me he sentido fascinada por la multitud de puntitos de ese haz de luz que dan vida. Me uno a su incesante viaje y subo, bajo, me desvío de su trayectoria, vuelvo a entrar y exploro todos los muros de las vetustas Iglesias o Catedrales.

…sin apenas darme cuenta, me fijo otra vez en los maravillosos puntitos danzantes…

Pero la autora, no se limita a hacer descripciones sobre realidades conocidas, sino que su capacidad de crear nuevas realidades la lleva a escribir fragmentos como el siguiente:

La leyenda de Ranchesku

La incipiente primavera de aquel año fue para Ranchesku penosa y distinta; su marido salió de caza y unos vecinos le notificaron que las aguas del deshielo lo engulleron…

Ranchesku se sentía a gusto en su tierra, pero amaba lo desconocido y soñó en la larga noche que partía a tierras calientes…

En el siguiente fragmento asistimos a unas vivencias que evocan su infancia decididamente feliz.

Una tarde con mi tía Águeda.
Un día al salir del colegio… Me fascinaba hablar con las personas mayores, sobre todo con ella, ya que me contaba historias y cuentos que hacían volar mi imaginación a extraños y lejanos países.

Aquel día nos sentamos una enfrente de otra y me narró sucesos dando vida al viento, a la lluvia, a la nieve, al rocío. Yo la oía embelesada junto a aquel marco de muebles viejos y vetustos, junto a jarrones y muñecas de porcelana…

Parece que fue ayer aquel atardecer. Hacía mucho viento y…Yo como siempre callaba y me dejaba mecer por su expresiva voz y que sé yo cuantas bonitas cosas me imaginé aquella tarde que fui tan feliz. Aún no he podido olvidar la sensación de plenitud y confianza que me infundió aquella tarde, en consecuencia siempre que oigo el viento nunca me es desapacible..

Aprendí algo extraordinario, a dar vida a todo lo inanimado, aprendí la prosopopeya sin yo saberlo.
Ignoro si el Ayuntamiento de Alicante tiene algún interés en aislar a los vecinos de Urbanova del resto de los alicantinos y suprimir la línea de autobús que transcurre al borde del mar en un recorrido plagado de baches, semáforos y escollos diversos. Mientras tanto, seguiré encontrándome con Angelina y con otras personas con quienes, a pesar de incomodidades, malos olores, ruido ensordecedor, frenazos bruscos y sus consiguientes sacudidas, pueda entablar una conversación con alto nivel intelectual.
Gracias por escucharme y feliz lectura.

Alicante, 16 de mayo 2014.

Autora de la presentación del libro “Puntadas Literarias” (Neus Faulí Llàcer)

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